El plan provocó una fuerte condena a nivel internacional y protestas dentro de Israel.
Helafom, un inmigrante de Eritrea, habló sobre la situación: “Fue un momento difícil para los solicitantes de asilo en Israel porque podíamos ser deportados o enviados a prisión de por vida, por lo que es una buena noticia saber que cancelaron la deportación forzosa; es tiempo de hallar una solución humanitaria para los solicitantes de asilo”.
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