Unas cien mil personas pintaron de rosa el Zócalo de la Ciudad de México, frente al Palacio Nacional, para protestar contra las leyes recién aprobadas que restringen al Instituto Nacional Electoral (INE). El descontento con el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO), cuyo partido impulsó dicha reforma con su mayoría congresal, es porque con dichas leyes, según los manifestantes, se pone en riesgo un pilar clave de la democracia en el país. Pero las protestas también se replicaron en otras partes de México, en alrededor de 100 ciudades, con miles de asistentes, informaron las autoridades locales y los organizadores.
"Esta manifestación es un hecho inédito, nunca se habían visto expresiones ciudadanas de esta magnitud”, comenta en entrevista con DW el politólogo mexicano Ricardo Márquez. Si bien será la Corte Suprema la que se ocupe de la constitucionalidad de la reforma electoral, recuerda, esta protesta multitudinaria habla de la legitimidad política de estas reformas: "Esto significa que no tenían el consenso político ni ciudadano para llevarlas a cabo”, explica.
Para Mónica Tapia, politóloga de Aúna México -una plataforma para nuevas representaciones políticas de mujeres-, más que una manifestación contra AMLO o contra algún partido político, se trata de "la ciudadanía pidiéndole a la Corte que somos muchos los interesados en que se escuchen nuestras voces; necesitamos que nos den certidumbre sobre los avances democráticos y electorales que hemos tenido, y no queremos retrocesos”.
DW