Estos datos constituyen el resultado de una investigación encabezada por científicos brasileños y se publicaron en la revista Scientific Reports. Los investigadores demuestran en ese trabajo que el desmonte en las TI abarcó un área de 1.708 kilómetros cuadrados (km²), lo que equivale al 2,38 % de la deforestación total de la Amazonia brasileña durante el referido período. En 232 TI analizadas, el índice de devastación fue en promedio de 35 km² anuales, lo que representa un aumento del 129 % entre 2013 y 2021. Al considerarse únicamente los últimos tres años, el incremento fue del 195 %.
Asimismo, el estudio muestra otra información preocupante: la tala de la selva se ubica un 30 % más alejada de las fronteras en dirección al interior de las tierras indígenas, al internarse 8,87 km al año aquende sus bordes.
“En cifras absolutas, el área devastada en las TI puede parecer escasa, pero como se trata de una zona destinada a la protección ambiental, la magnitud del impacto es mucho mayor. Aparte de la pérdida selvática, el desmonte también constituye un vector de otros problemas hacia el interior de esas áreas, tales como el avance de las enfermedades y las amenazas a la supervivencia de los indígenas aislados. Un caso reciente es el del pueblo Yanomami: se registraron diversas muertes de indígenas tras la entrada de los garimpeiros”, le dice a Agência FAPESP Celso H. L. Silva-Junior, profesor permanente del Programa de Posgrado en Biodiversidad y Conservación de la Universidad Federal de Maranhão (UFMA) y primer autor del artículo.
Consideradas como un modelo eficiente de preservación de la selva, las TI han venido padeciendo presiones en aumento, con la expansión de la actividad ilegal de los garimpeiros. Debido al avance de la devastación –inducida por recientes reveses ambientales, como el debilitamiento de la gobernanza y la disminución de la protección y de los derechos de los pueblos–, las tierras indígenas pueden por ello revertir el papel vital de las áreas protegidas en el combate contra el cambio climático y en el mantenimiento de la selva en pie.
Luciana Constantino - FAPESP