El diputado Javier Milei “condujo” la agenda de la campaña, impuso temas a debatir. Juntos por el Cambio (JxC), la derecha real preexistente, se radicalizó para no dejarle margen. No estaría resultando.
En 2021 Milei concretó buena cosecha electoral en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA), tierra fecunda para terceras fuerzas. Ahora se proyecta a nivel nacional, se impone en dieciséis provincias, literalmente desde La Quiaca a Tierra del Fuego. Queda segundo en cuatro. En un país federal y diverso eso significa policlasismo, vastedad intergeneracional. Es altamente posible que la mayor base del “libertario” esté compuesta por jóvenes que trabajan de modo informal pero ese segmento no alcanza para explicar victorias en barrios altos y bajos, entre los pobres de la Banda del río Salí en Tucumán, en ciudades santafesinas o cordobesas tranquis y de diez mil almas. El 20 por ciento porteño de 2021 no es sociológicamente idéntico al 30 por ciento del domingo, Milei pegó un salto cualitativo además de cuantitativo.
Milei carece de estructura territorial sólida (que no gana las elecciones pero ayuda); distó de ser el favorito de los medios. Juntos por el Cambio (JxC) se apoya en los medios hegemónicos, el peronismo tiene apoyo en radios, canales de tevé y diarios. Milei construyó el éxito con recursos escasos, fue más David que Goliat. En paralelo, Juan Grabois gravitó en la primaria de Unión por la Patria (UxP) “con dos escarbadientes”.
Página 12