San Marcos, Guatemala. Faltan pocos días para la segunda vuelta de las elecciones presidenciales en Guatemala, y los dos candidatos queman sus últimos cartuchos para convencer a los 9,3 millones de electores del país centroamericano. La batalla se perfila dura, ya que la sorpresiva irrupción del candidato anticorrupción Bernardo Arévalo en la segunda vuelta ha sacudido los cimientos de un sistema político construido sobre la corrupción y la impunidad, para asegurar los privilegios de unos pocos. Siendo la mayor economía de Centroamérica, tiene altos niveles de pobreza y de desnutrición infantil, lo cual afecta, sobre todo, a la población indígena y rural.
Es temprano todavía en San Marcos, una ciudad agrícola de clima fresco, rodeada de cerros verdes en el occidente del país. Los ayudantes locales de la candidata Sandra Torres ya están preparando la plaza principal para su acto de campaña.
Un grupo de mariachis trata de animar a las pocas personas que acudieron a la hora pautada para el evento del "cerrojazo", el cierre de las campañas electorales. Animadores tiran bolsas de tela y botellas de plástico de color verde del partido de Torres desde la tarima, y abajo, la gente estira las manos para conseguir algún regalo.
Poco a poco llegan los buses de los pueblos aledaños, fletados por el partido. Bajan campesinos, maestros e indígenas y se ubican en la plaza, instruidos por los cuadros locales del partido de Sandra Torres, Unidad Nacional de la Esperanza (UNE). "Ella va a apoyar a los niños y ancianos, como lo hizo cuando era primera dama”, dice a DW José Orozco, acomodando su sombrero de paja.
DW