Estoy en esta tribuna como hace 20 años gracias a la victoria de la democracia en Brasil, que nos permitió superar el odio y la intolerancia, dijo el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, al pleno de la Asamblea General al inaugurar las participaciones de los jefes de Estado y de Gobierno en el debate de alto nivel del máximo órgano deliberativo de la ONU.
“Brasil está de regreso para ofrecer su contribución al enfrentar los principales desafíos globales”, enfatizó Lula da Silva antes de listar algunos de esos retos: las crisis climática y alimentaria escaladas por cuestiones políticas, el hambre, la pobreza y el impulso de la intolerancia por medio de las nuevas tecnologías, entre otras.
El destino de cada niño parece estar trazado cuando aún está en el vientre de su madre.
Y la raíz de esos fenómenos, es la desigualdad, abundó Lula da Silva, recordando que los diez mayores multimillonarios acumulan más riqueza que el 40% de la población más pobre del mundo. “El destino de cada niño parece estar trazado cuando aún está en el vientre de su madre”, apuntó.
El presidente de Brasil agregó que para superar la desigualdad “falta la voluntad de quienes gobiernan el mundo”.
En este sentido, advirtió que la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible puede transformarse en “el mayor fracaso” mundial, “estamos muy lejos de las metas”.
Sin embargo, Lula da Silva refrendó su confianza en la humanidad y argumentó existe la capacidad de alcanzarlas con la voluntad necesaria, refrendando el compromiso de su país con el desarrollo sostenible.
El mandatario brasileño también se pronunció a favor de la paz, instó a resolver con justicia conflictos de larga data como el que afecta los derechos del pueblo palestino, y rechazó una vez más medidas coercitivas como el embargo a Cuba.