Un resultado contable cuestionable —el supuesto superavit financiero del trimestre logrado en base a dejar impagos diversos compromisos del Estado— y un todavía más fantasioso "triunfo" logrado contra la inflación, que habría posibilitado "una recomposición de los salarios reales que ya ha empezado", fue la escenografía montada por Javier Milei para anunciar, en tono de epopeya, que "el sacrificio heroico" realizado desde que él llegó al gobierno para ir hacia un destino soñado, "ya ha recorrido más de la mitad del camino".
El presidente argentino utilizó el horario central nocturno de la televisión para brindar un mensaje de quince minutos por cadena nacional, en el que aseguró que la primera etapa del camino hacia el crecimiento había comenzado. En el que probablemente haya sido el único párrafo del discurso en el que expuso una realidad comprobable, señaló cuáles son los sectores económicos que se están expandiendo por "la corrección de precios relativos" que impuso la política de shock aplicada: "Minería, petróleo, gas y campo". El modelo basado en la explotación de materias primas es el objetivo buscado por su política de ajuste violento y brutal transferencia de ingresos.
Milei aludió, en tono apocalíptico —una vez más— a la herencia recibida, con estadísticas forzadas que manifiestan que recibió "un déficit consolidado de más de 15 puntos" entre el Tesoro Nacional y el Banco Central. Y sostiene que haberlo revertido en tan poco tiempo como el que lleva en el gobierno es "una hazaña de proporciones históricas". Pero cuando exhibe las cuentas, anuncia un "superavit fiscal financiero de 275 mil millones de pesos, equivalente a 0,2 puntos del PBI en el primer trimestre", que corresponde sólo a las cuentas del Tesoro.
Se trata, aunque Milei no lo aclare, de lo que contablemente se conoce como "resultado de caja", es decir "el dinero que entró frente a lo que salió", nada más. No se apuntan, en esa cuenta, los "gastos devengados", es decir lo que "debió pagar" pero pateó para adelante. Entre ellos, por ejemplo, los pagos de compensaciones a generadoras eléctricas, que suman en las cuentas de Cammesa (la administradora del mercado mayorista eléctrico) una deuda por más de 1200 millones de dólares en el primer trimestre, que sumada a la deuda con otras empresas del sector de energía (gas, principalmente), elevan la cifra a 2000 millones de dólares. En pesos, significan más de 1,7 billones que, si se computan como "gasto" del período, supera largamente el saldo positivo financiero expuesto por Milei tan orgullosamente.
Además, de haber hecho referencia al Banco Central, le hubiera resultado difìcil eludir que en tres meses la entidad monetaria aumentó su deuda en divisas en más de 10 mil millones de dólares. La balanza de pagos —las cuentas con el sector externo— no están hoy mejor que en noviembre pasado, y además la economía del país está más dependiente y endeble que entonces frente a su principal acreedor, el Fondo Monetario.
La acumulación de deuda con empresas del área energética se corresponde con la decisión del gobierno de, por un lado, otorgarle un fuerte tarifazo a estos sectores pero, por otro, cambiar luego el cronograma de eliminación de subsidios al consumo energético para evitar una mayor disparada en la inflación en los meses de febrero, marzo y abril. Milei no sólo pretende mostrar el 11 por ciento de inflación en marzo como un resultado exitoso (es su cuarto mes consecutivo de hiperaumentos de precios al consumidor), sino que además debió maniobrar con la suba de tarifas para que no le fuera peor.
Lejos de reconocer el problema, anoche Milei se empecinó en sostener que "la inflación se está desplomando", ya que "la causa de todos los males es el déficit fiscal, y dijimos que con nosotros se acababa, y en consecuencia también se acababa la emisión monetaria y la inflación". Y se ufanó de haberlo enfrentado "avanzando con el programa de shock estabilizador más ambicioso de nuestra historia".
Milei volvió a calificar a la inflación como "un robo", pero no se hizo cargo de que el aumento del 54 por ciento de los precios mayoristas en diciembre fueron la respuesta a la brutal devaluación que dispuso a 48 horas de haber asumido como presidente. Tampoco calificó a esa megadevaluación como un robo, pese a que su impacto directo es la pérdida de valor de los ingresos de los sectores consumidores en la economía local, en favor de los ingresos de los sectores exportadores o con rentas financieras en divisas. Justamente, esa medida fue el inicio y pieza clave del shock supuestamente estabilizador de Milei.
Página 12