La Organización Meteorológica Mundial (OMM) afirma que las temperaturas globales alcanzarán probablemente niveles récords durante los próximos cinco años. El informe de dicha agencia sostiene que la probabilidad de que la temperatura global media anual cerca de la superficie terrestre sobrepase el valor crítico de 1,5 °C por encima de los niveles preindustriales durante al menos un año es del 66 %. Esto no significa que el planeta excederá permanentemente el nivel de 1,5 °C especificado en el Acuerdo de París sobre el Clima, que se refiere al calentamiento a largo plazo, en el transcurso de muchos años. El mismo se encuentra actualmente en la franja de 1,1 °C. Pero constituye un indicio de que nos estamos acercando peligrosamente a ese peldaño. Y que es necesario obrar con suma rapidez.
La advertencia de la OMM se concretó el pasado día 17 de mayo. En esa misma fecha tuvo lugar en São Paulo el segundo día del 10º Diálogo Brasil-Alemania sobre Ciencia, Investigación e Innovación, que abordó el tema “Sustainable Energy Transition” (Transición energética sostenible). Y la conferencia principal de ese día –“Shifting Development Pathways: How to Enable Broader, Deeper and Faster Climate Action?” (Para cambiar las vías del desarrollo: ¿cómo hacer posible una acción climática más amplia, más profunda y más rápida?)– hizo referencia precisamente a la urgencia y a la consistencia necesarias para evitar una catástrofe climática sin retorno.
La presentación de la conferencia estuvo a cargo de la profesora Joana Portugal-Pereira, de la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ), quien es autora contribuyente en tres informes del Sexto Ciclo de Evaluación del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
La meta estipulada en el Acuerdo de París consiste en mantener el aumento de la temperatura media global bien por debajo de los 2 °C con relación a los niveles preindustriales. Y preferentemente limitar el aumento a 1,5 °C. Para ello, las emisiones de gases de efecto invernadero deben disminuir lo más rápido posible, de manera tal de llegarse a una tasa neta (emisiones menos absorciones) igual a cero a mediados de este siglo.
José Tadeu Arantes - FAPESP