En la mañana del martes, el Kremlin dijo que había retirado los cargos penales contra el líder del Grupo Wagner, Yevgeny Prigozhin, luego de que este encabezara una rebelión armada en la que sus columnas militares alcanzaron a posicionarse a unos 190 kilómetros de Moscú, lo que impuso un desafío significativo para el Gobierno de Vladimir Putin. El lunes, Prigozhin hizo sus primeras declaraciones públicas desde que frenó la rebelión el sábado, y dijo que sus fuerzas armadas respondieron a un ataque de las fuerzas armadas rusas que se cobró la vida de decenas de combatientes del Grupo Wagner.
Yevgeny Prigozhin, dijo que: “Pese a que no dimos muestra de agresión, nos atacaron con misiles y luego con helicópteros. Unos 30 combatientes de Wagner murieron. Este incidente sirvió como detonante, y obligó al consejo de comandantes de Wagner a decidir que debíamos iniciar la marcha de inmediato”.
En Moscú, el presidente Vladimir Putin se dirigió en la mañana del martes a los soldados rusos afuera de las instalaciones del Kremlin y los elogió por defender la capital del país, lo que, según dijo, “esencialmente evitó una guerra civil”. Putin hizo estas declaraciones luego de haber pronunciado un breve discurso televisado el lunes por la noche, en el que, si bien condenó las acciones de los líderes del Grupo Wagner como traición, les ofreció a los combatientes de la organización paramilitar un medio para evitar el proceso judicial.
Presidente Vladimir Putin dijo que: “Agradezco a aquellos soldados y comandantes del Grupo Wagner que tomaron la única decisión correcta, se negaron a participar de un fratricidio y se detuvieron en la última línea. Hoy tienen la oportunidad de firmar un contrato con el Ministerio de Defensa u otras agencias encargadas del orden público para seguir sirviendo a Rusia, o regresar con su familia y amigos. El que quiera puede ir a Bielorrusia. La promesa que hice será cumplida”.
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