Algunos materiales son más complejos para trabajar, su manejo y en suma, su dominio, requiere de una gran capacidad de elaboración y de abstracción, buscando en su esencia esa perfecta armonía entre las dificultades y la fuerza y la convicción para vencerla, sobreponiéndose el hombre ante la materia.
Mucho de esta tensión creativa está a la vista en la exposición de escultura en hierro que el artista Gonzalo Balparda está presentando en la sala Carlos Federico Saez del Ministerio de Transporte y Obras Públicas.
“La urdimbre de hierro” es una muestra de alto nivel donde el hierro es manejado casi a su antojo por el creador, generando texturas, entramados, visiones de un mundo de metal, donde la articulación entre las formas y la dura materia se ven articuladas de manera complementaria.
Es, pensamos, un trabajo muy arduo el moldear y dar vida a trozos de acero que solo deslumbran por su solidez; es de inmejorable factura creativa el resultado que todos podemos ver en la exposición. Es que Balparda impone su técnica, su oficio y sin duda su dedicación sin límite al decurso creativo no ajeno a dificultades.
Él lo expresa como si solo se tratase de un juego, algo que lo remite a su infancia y a las figuras que de ella extrae para plasmar en su materia como creador, las formas y texturas que sus esculturas contienen. El desafío es muy grande, pero el logro lo convierte en necesario.
Balparda comenzó pintando, “ y un día, tratando de construir cosas, a mí me gusta mucho trabajar con las manos, encontré unos fierros tirados en casa, pedí prestado una soldadora y el día que usé el primer electrodo, me di cuenta que esto era lo mío. El hierro y la soldadura tienen una cosa que me atrapó y empecé a trabajar en hierro. Este aprendizaje evolucionó y ya van diez años que trabajo con la soldadora y con electrodos, es lo que me gusta”, afirmó.
Ante la consulta sobre el origen de las imágenes que luego serán escultura, Balparda explicó que “generalmente hago muchos dibujos, dibujo y dibujo. Tengo un cuaderno con dibujos y de cada diez o de cada veinte, sale uno que tiene potencial como escultura. A veces esos dibujos no dicen nada; pero internamente me están convocando, entiendo que pueden tomar volumen, que pueden tener una proyección hacia la escultura. Y desde ese dibujito es que nacen. Pero siempre arranco dibujando”.
En la exposición se pueden ver obras de gran porte donde se mezclan animales, escudos, máscaras, y representaciones geométricas, con una colección de máscaras de menor porte, junto a “escarabajos y polillas; mulitas y comadrejas; peces, moluscos, medusas y mantarayas conviven con otros seres míticos y alados con la ambición de Ícaro”, señala el artista Ricardo Pickenhayn desde el catálogo espléndidamente presentado. “Balparda es un joven exponente de la escultura uruguaya. De familia motivado por las artes, la música y el humor, cultivó su faceta plástica en el dibujo. Este descubrimiento lo acercó primero a la emblemática figura del maestro Guillermo Fernández y luego al Taller Cruz del Sur del artista Sergio Viera, donde afirmó su vocación por el Arte en un ámbito que defiende el oficio en la solidez de la estructura”, señaló Pickenhayn.
Descubrir seres alados nacidos desde el hierro, contiene una paradoja, Balparda afirmó que “nunca lo había pensado así, esta exposición tiende a lo “orgánico”, en la mayoría de las obras, es lo que he estado buscando, es lo que nombro como mi bestiario”.
“La urdimbre del hierro”, la exposición de Gonzalo Balparda, se presenta hasta el 10 de agosto en la Sala Carlos Federico Sáez, Rincón 575.
Daniel Rovira Alhers
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