Miércoles, 20 Diciembre 2023 10:55

Michael Schumacher, el Barón Rojo

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Michael Schumacher, es el piloto más importante de todos los tiempos de la Fórmula 1.  

La primera vez que se subió a un kart fue a los cuatro años. Rolf, su viejo, aficionado a arreglar carros, mecánico de la pista karts de Kerpen, le instaló un motor a un carro de pedales del pequeño Michael. Y tras estrellarse contra un poste lo mandaron a competir en las pistas. A los seis años ganó su primer título y a los 16 ya era subcampeón mundial junior. Cumplió la mayoría de edad como campeón nacional y europeo. Y apareció Willi Weber en su camino, su futuro representante. Vislumbró lo que todos: un campeón de F1 en potencia.

A los 22 años debutó; ocurrió en el G.P. de Bélgica, la undécima prueba de la temporada. Weber, que le hablaba al oído a Eddie Jordan, mandamás del equipo, se dejó convencer por las imperiales referencias de un alemán de 22 años que venía de ganar la Fórmula 3 de su país para reemplazarlo. Lo encantó con una mentira: le dijo que Michael conocía de memoria el circuito de Spa, ya que quedaba a unos kilómetros de su hogar. ¿La realidad? Lo había visto en fotos.

Jordan se enteró de la verdad cuando Michael ocupó, de manera sorprendente, la séptima casilla en la clasificación. Ya era demasiado tarde, no había reversa: la prueba de que los dotados nacen aprendidos.

Al día siguiente, en la carrera, no tuvo fortuna: al comienzo sufrió un problema en el embrague y no dio ni una sola vuelta. La actuación del alemán le había bastado a Flavio Briatore para entender que estaba en frente de un piloto distinto que debía fichar para Benetton, equipo con el que terminó en la tercera casilla de la clasificación en la temporada 1992, por delante de una leyenda como Ayrton Senna.

Su primer título mundial de F1 tuvo un sabor agridulce: ocurrió en 1994 con el antecedente de una fatídica carrera en el G. P. de San Marino. Senna, falleció en carrera luego de un fuerte choque en una curva.

En 1995 revalidó su título y se coronó como el bicampeón más joven en la historia.

La partida de Senna, le abrió un asiento al alemán en Ferrari para 1996, escudería con la cual gobernó la Fórmula 1 con cinco campeonatos al hilo (2000-2004).

En 2006, con 37 años, y 16 temporadas, anunció su retiro.

Sin embargo, la vida del Káiser sin la F1, no era feliz. En 2010 regresó en las filas de Mercedes. En dos años no le fue bien y a fin de 2012 anunció su retiro definitivo.

Siempre mantuvo un bajo perfil y discreción y su familia, desde entonces, como siempre, fue su soporte.

Contrajo matrimonio con Corinna, su mujer, nació Mick, su único hijo, y quien se apunta como su sucesor. Un estilo de vida que va contra a corriente de un hombre que conquistó siete títulos mundiales en la F1, cinco de ellos de forma consecutiva. Que fue subcampeón en dos ediciones y tercero en tres. Un saldo de 91 victorias, 68 poles y 155 podios, que con el sistema actual de puntos, contaría con 3.890, una cifra astronómica y un récord en la Fórmula 1.

Ralph, su hermano menor, lo acompañó como rival una década en la Fórmula 1.

El 29 de diciembre de 2013, un año después de su retiro definitivo, Michael cerraba el año practicando esquí en la estación invernal de Méribel, en los Alpes franceses, se salió de la pista: cayó de cabeza en una roca camuflada en la nieve.

Quedó en coma varios meses. El oscurantismo con respecto a su estado, tantos años después, sigue siendo un imperativo. Su familia ha optado por mantener la privacidad.

Una caída de la que el Barón Rojo, tal vez, no logre recuperarse: el piloto más veloz de todos los tiempos.

Daniel Almeida