Sabina Arigón Barrocas es hija de Sara Barrocas y de Luis Eduardo Argión Castel, cuyos restos fueron hallados el 30 de julio de 2024 en el Batallón 14 y su identidad confirmada este martes en una conferencia de prensa en Fiscalía en la que se informó del resultado del análisis genético realizado en Argentina.
Recordó la noche del 14 de junio de 1977 cuando se llevaron preso a su padre por última vez en momentos en que estaba en su casa junto a su madre y su hermana. Entraron vestidos de civiles y de militares, golpeando la puerta y a los gritos. Revolvieron todo el apartamento. A Sabina y a su hermana, que vive en Chile desde hace muchos años, como eran menores de edad, les pidieron que se taparan y la cédula para verificar su identidad.
Cuando se llevaban a Luis Eduardo, su esposa Sara les preguntó a dónde iban a trasladar a su marido y le respondieron que luego le informarían, pero nunca más supieron de él.
Su madre quedó mal anímicamente por varios años, recorrió varios cuarteles y le decían que se había ido al exterior, que no estaba preso en ningún lado y que no figuraba en los registros. “Probablemente, ya estaba muerto”, dijo Sabina. Calificó como vergonzoso, porque “le mentían en la cara a una mujer que iba durante años a preguntar”. “Eso muestra una faceta del alma humana muy oscura”, sostuvo.
“En realidad no hubo un día que nos dijeron que no iba a volver más, porque de eso se trata la desaparición”, dijo Sabina en rueda de prensa tras la confirmación de la identidad de los restos de su padre. “Nunca hubo un día que te dicen que no vuelve más”, reiteró.
Mencionó que la esperanza de que su padre volviera con vida se iba desvaneciendo con el paso del tiempo. “Mi madre lo esperó muchos años”, afirmó. La hija de Arigón Castel contó que la segunda vez que fue detenido su padre regresó en un taxi, su madre se asomó a la ventana y lo vio bajar del vehículo. “Durante años, cada vez que paraba un taxi se asomaba a la ventana a ver si era él que volvía”, narró. Sabina aseguró que se fue dando cuenta sola de que su padre no volvería.
Para la familia, este martes fue un día de sentimientos encontrados. Por un lado, “tranquilidad, cierta felicidad, porque es un ciclo que se cierra”, y por el otro, “mucha tristeza” por confirmar las sospechas de que estaba muerto.
Además, expresó “vergüenza”. “No puedo creer que los seres humanos, no me importa del pensamiento político que sean, hagan este tipo de cosas”, indicó. “Matar a una persona y esconderla es de cobardes, ni en las guerras se hace eso”, remarcó. “Lo que hizo esta gente es algo que para mí es vergonzoso, es de cobarde”, reiteró.
Hoy, Sara tiene 94 años y a Sabina le hubiese gustado que su madre supiera antes del destino de los restos de su padre. “Con los años, el duelo ya lo hizo, es un duelo muy largo que se hace”, sostuvo. Siempre mantuvieron la esperanza de encontrarlo, pese a la falta de apoyo en el principio de los gobiernos y de las Fuerzas Armadas. “Se lavaron las manos”, dijo. Cuando aparecieron los primeros restos en 2005, “se abrió una ventana”.
Sabina espera que el hallazgo de restos se repita y que las demás familias puedan ubicar a sus familiares y cerrar el ciclo.
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