Según el comisario de la Policía Federal a cargo de los casos, Humberto Freire de Barros, existen diversas hipótesis que podrían explicar por qué personas en diferentes partes del país han iniciado los incendios que destruyen recursos, afectan la salud y comprometen la capacidad del ser humano de habitar su entorno.
La ministra de Medio Ambiente y Cambio Climático, Marina Silva, también percibe un escenario de resistencia al restablecimiento de las políticas públicas ambientales.
“Hemos logrado reanudar la creación de áreas de conservación, la demarcación de tierras indígenas, el combate a la minería ilegal, y hemos hecho un gran esfuerzo para reducir la deforestación en un 50% el año pasado, y en un 45% este año. Sin embargo, nos encontramos ante una situación en la que se combina un evento climático extremo, que afecta no solo a Brasil sino al mundo, con criminales que prenden fuego en el país.”
A menos de diez días para que termine septiembre, Brasil ya registra casi 200 mil focos de incendio desde principios del año. Más de la mitad de estos ocurrieron en la Amazonía.
Según el investigador Mauricio Torres, del Instituto Amazónico de Agricultura Familiar (Ineaf) de la Universidad Federal de Pará (UFPA), quien estudia los conflictos territoriales en la región amazónica, históricamente el fuego es una de las etapas de un proceso más amplio de apropiación de tierras públicas no destinadas. Aunque este recurso tiene otras funciones en el campo, como el control de plagas en áreas de pastoreo o la eliminación de residuos sólidos, también se utiliza para completar la tala.
“Una selva recién talada genera un gran volumen de ramas y troncos. Si no se prende fuego, no es posible hacer nada, ni siquiera ingresar al área. No se puede crear pastizales ni hacer cualquier actividad. Entonces, ¿qué hacen? Esperan a que todo se seque, prenden fuego y el suelo queda expuesto.”
Agencia Brasil