Esta medida ha sido interpretada a nivel global como una señal de distensión en la disputa comercial entre ambas potencias.
Da Rocha sostuvo que el principal impacto del conflicto reside en la alteración de las reglas de juego. “Lo que está haciendo la administración de Donald Trump es golpear fuertemente una tendencia que venía consolidándose desde la posguerra: un orden multilateral en materia de comercio. Ese orden buscaba reducir las asimetrías globales. Lamentablemente, estamos ante un retorno al proteccionismo”, afirmó. Para el economista, esto representa una tensión clara entre dos modelos comerciales: “el multilateralismo y el proteccionismo”, un retroceso de más de 50 años.
Este cambio, según Da Rocha, se da en un escenario mundial muy particular: “Hoy el comercio internacional está estructurado en torno a grandes cadenas de suministro y de valor, como parte de una tendencia global hacia la fragmentación del proceso productivo y la deslocalización geográfica. En ese contexto, los acuerdos multilaterales han sido la norma. La irrupción de Trump marca un quiebre en esa lógica”.
Sin embargo, expresó su convicción de que este retorno al proteccionismo será transitorio. “Creo que, una vez que las cosas se acomoden, volveremos al multilateralismo. Hay una gran resistencia global. Muchos países que no tenían afinidades políticas han encontrado puntos de encuentro económicos para confrontar esta postura de EE.UU”. Mencionó los casos de China, Japón y Corea, que han logrado una articulación económica, pese a sus diferencias, como reacción al aumento generalizado y selectivo de aranceles impuesto por EE.UU.
Para Da Rocha, esta política de confrontación podría resultar “contraproducente” para los propios intereses estadounidenses. “Ha terminado por unir a actores que antes no estaban alineados. Eso puede ser un arma de doble filo, porque fomenta la conformación de bloques comerciales más fuertes, capaces de disputar espacios al propio EE.UU”.
Respecto a las implicancias regionales, Da Rocha consideró que países como Uruguay no están entre los principales afectados, aunque sí enfrentan desafíos y oportunidades. “Las medidas de EE.UU pueden encarecer productos norteamericanos y abrir una ventana de oportunidad para Uruguay en nuevos mercados. Sobre todo en productos como carne, arroz y lácteos, donde nuestro país tiene ventajas competitivas importantes gracias a la innovación y la mejora de la productividad”.