Pero además, es el nombre que el escritor Horacio D’Angelo eligió para significar su última novela.
En una suerte de sutil laberinto entre el pasado y el presente, D’Angelo navega tocando playas conocidas de su pasado asi como historias que pudieron haber tenido lugar en algún posible presente. La amistad, la traición, el amor joven, la dictadura y su manto oscuro sobre jóvenes estudiantes agrarios, y el valor de la letra impresa en libros decomisados por los personeros más oscuros y que vuelven a reaparecer son los síntomas de un devenir narrativo expresado con convicción y sentimiento.
El poeta y periodista Eduardo Nogareda desde el prólogo afirma que el autor “se emplea a fondo y con buenos resultados tanto en el manejo del tiempo visto como transcurso como en el de los tiempos entendidos como segmentos. El tiempo que ocupa una unidad narrativa o una serie episodios concatenados fluye plácidamente algunas veces y otras se acelera acumulando tensión, y en ambos casos el registro es el apropiado”.
Más adelante, Nogareda indica que “pasan amores y peligros, numerosas escenas de camaradería adolescente, preguntas con y sin respuesta, y un argumento complejo que va creciendo en intensidad a medida que la lectura avanza”. “Singladura” se acerca por momentos al relato policial y también al político, abreva de ambos, pero sin detenerse como su título lo indica, camina directamente a la profundidad e intensidad de esa galería personajes que tal vez, sean cercanos.
“Singladura”, de Horacio D’Angelo, 152 pág. Editorial Yagurú.
Daniel Rovira Alhers
Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.